Una de las reformas fiscales mundiales más ambiciosas de los últimos años, el impuesto mínimo global, corre el riesgo de perderse en un pantano de lentitud política y medidas contraproducentes.
El otoño pasado más de 130 naciones firmaron un acuerdo para eliminar los paraísos fiscales del mundo y promulgar un impuesto mínimo global. El acuerdo fue diseñado para aumentar sustancialmente los impuestos corporativos y poner fin al debate internacional sobre cómo gravar adecuadamente a los grandes gigantes tecnológicos.
Pero los legisladores tanto en los Estados Unidos como en Europa aún están luchando para lograr aprobar las leyes necesarias para cumplir las promesas incluidas en el acuerdo. Y es probable que ningún cambio fiscal se apruebe por sí solo, sin que también se aprueben los programas de gasto políticamente más populares.
En los Estados Unidos, el problema central es que los demócratas del Senado no pueden ponerse de acuerdo sobre las propuestas de gasto (en energía, precios de medicamentos y otros temas) que acompañarían los cambios impositivos. Mientras tanto, si bien los republicanos no se oponen a todas las disposiciones fiscales, muestran pocas señales de tener intenciones de votar por algún proyecto de ley relacionado.
En Europa, después de años en los que Irlanda se resistió a los acuerdos fiscales para proteger su condición de paraíso, los líderes irlandeses se han dado la vuelta. Pero ahora ha surgido un obstáculo diferente: Polonia.
Los legisladores polacos han expresado preocupaciones técnicas sobre la aplicación del acuerdo, pero los funcionarios de otras partes del mundo creen que Polonia en realidad está explotando su influencia regional en una disputa con la Unión Europea sobre el dinero de la ayuda pandémica.
Si ni Estados Unidos ni Europa no logran cumplir con el acuerdo, es probable que la propuesta para llevar adelante un impuesto mínimo global termine quedando en la nada. Esto significaría la continuación de infinidad de problemas fiscales en todos los países involucrados, en relación con al forma en la que se aplican los impuestos corporativos en la práctica.
¿En qué consistía el acuerdo para el impuesto mínimo global?
El acuerdo tiene dos puntas principales, o “pilares”, como los llaman los negociadores. En primer lugar, se supone que los países deben promulgar un impuesto mínimo del 15 por ciento para que las empresas paguen una tasa de al menos esa cantidad sobre sus ganancias globales sin importar dónde se establezcan.
Con ese mínimo establecido, habría menos razones para que las empresas huyan a países con tasas mínimas y menos presión sobre las naciones para que reduzcan sus tasas impositivas para atraer inversiones extranjeras. Actualmente, esta situación ha privado a los gobiernos de los ingresos fiscales que necesitan para invertir en infraestructura y redes de seguridad social.
En segundo lugar, el acuerdo permitiría a los gobiernos gravar a las empresas más grandes y rentables del mundo según el lugar donde se venden sus bienes y servicios en lugar de dónde se han establecido. El acuerdo también permitiría a los países imponer impuestos adicionales a unas 100 de las empresas más grandes del mundo, según el lugar donde realicen sus ventas.
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